sábado, 9 de mayo de 2020

Descubriendo el teletrabajo

El teletrabajo ha sido un descubrimiento para mi. Es verdad que echo de menos el contacto con los compañeros, las visitas a los institutos, las reuniones presenciales en otros organismos, las Jornadas formativas... nada de eso puedo hacerlo con los centros vacíos. Pero sí he podido continuar con normalidad todo lo demás.  El primer día de confinamiento ya tenía el teléfono oficial. Y usando las videoconferencias, los correos corporativos y Séneca, y con la posibilidad de tener gracias a la VPN el mismo escritorio que en la sede, he descubierto que todo el trabajo administrativo y de asesoramiento que hacía lo puedo mantener exactamente igual desde casa. 

Bueno, igual no. Mucho mejor. Aún levantándome una hora más tarde me permite empezar a trabajar a las ocho activa y vital, después de iniciar el día con ese paseo al alba que me pone brisa en la cara y luz en los ojos, que ha sustituido a las prisas por coger el autobús y esperar cuarenta minutos hasta llegar a Cádiz. Salida madrugadora que además me deja el camino libre de esas personas que aún no aprenden a caminar por su derecha. Esta modalidad de trabajo me facilita también salir al patio a tomar aire y fuerzas cada vez que el ordenador me sobrecarga, y completar mis tareas a la hora que necesito. Me anima a practirar en los descansos esos ejercicios tan ridículos pero tan saludables que a uno le cuesta realizar en público. Me posibilita abrazar a mi hijo cuando me lo pide, supervisar sus tareas en tiempo real. Me ha liberado de todos los gestos superfluos: el arreglo personal, el transporte... y los gastos que el traslado diario me ocasionaba. 

Ayer el gobierno y los sindicatos acordaron un plan para la reincoporación progresiva de los funcionarios públicos. Me ha parecido un acuerdo bastante sensato, con distintas fases, con criterios de prioridad para los puestos que realmente requieren presencialidad, con los requisitos de seguridad para la incorporación, con opciones de flexibilidad para los que tienen menores de 14 años o personales dependientes a su cargo... En un determinado momento, habla de la combinación del trabajo presencial con teleletrabajo. Y agradece la profesionalidad con la que hemos continuado dando servicio, a pesar de las dificultades.

Yo mantengo la confianza en que esta cuarentena que sobrellevamos haya servido al menos como un masivo experimento a escala real sobre las posibilidades de teletrabajar en el siglo XXI, tanto en las empresas públicas como en las privadas. Una forma de enfocar el empleo que permite conciliar tantas cosas y que en otros países está mucho más desarrollada. Otro debate pendiente. 

Porque cuando me toque reincoporarme me costará entender que tenga que ponerme en riesgo y usar tantas medidas complicadas de prevención si no está realmente justificada mi presencia. Viviré como un sinsentido emplear una hora de ida y otra de vuelta para realizar exactamente lo mismo que hago en mi cuarto, cuando se trate de días de trabajo administrativo en sede. Y no lo haré en transporte público, ya que dudo de sus condiciones sanitarias y del comportamiento de los pasajeros, sino que usaré un coche privado que incrementará como muchos otros los embotellamientos en las calles, los problemas de aparcamiento, la contaminación que tanto se había reducido. 

Con mi terco optimismo me empeño en creer que este confinamiento tiene que haber servido para algo, que no podemos tirar a la basura todo lo aprendido, todo lo experimentado. 







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