lunes, 9 de diciembre de 2019

Eugenia Jiménez Gallego, orientadora: “Empaticemos no sólo con los alumnos/as, sino también con las familias”

Entrevistamos Eugenia Jiménez Gallego, actual coordinadora del área de Orientación Vocacional y Profesional del ETPOEP de Cádiz y colaboradora habitual de Colectivo Orienta. Eugenia cuenta con una larga trayectoria en nuestro campo y es además una importante impulsora del enfoque sistémico de la orientación educativa
¿Cómo llegaste a la orientación educativa? Cuéntanos algo sobre tus inicios y trayectoria como orientadora.
Estudié Psicología en Sevilla. El último curso estuve realizando prácticas con asignaturas relacionadas con la Psicología de la Educación y este campo me enamoró. Además, yo había sufrido personalmente las consecuencias de no tener orientación en el instituto: cuando decidí estudiar mi carrera no encontré quién me informara y al final el profesorado, desde su desconocimiento, me encaminó hacia una opción de COU incorrecta, que finalmente cambié tras el primer trimestre. No me parecía justo que otros estudiantes tuvieran que sufrir ese desconcierto, y creía que yo podía ayudar. Me presenté a las oposiciones y las aprobé: era la tercera promoción, todo lo estábamos inventando y eso también me parecía ilusionante. Así llegué a mi instituto, el IES “Isla de León” de San Fernando con todas esas ganas y ninguna experiencia. Era mi primer trabajo. Durante veintitrés años he estado  allí como orientadora, aportando el enfoque sistémico y la educación emocional, aprendiendo mucho de mis compañeros y del alumnado. Este verano me ofrecieron la Coordinación del Área de Orientación Vocacional en la Delegación Territorial de Cádiz y ahora desarrollo la orientación de otra manera, sosteniendo el trabajo de mis compañeros/as.
¿Qué parte de tu trabajo en orientación te gusta más?
La verdad es que me gusta casi todo. Me entusiasma la orientación vocacional, tanto colectiva como individual: abrirle los ojos al alumnado a nuevas posibilidades y acompañarlo en la toma de decisiones. Me gusta el trabajo de equipo con los tutores/as, buscando juntos responder a las necesidades de sus grupos, a la vez que el tutor/a va creciendo como persona y profesional. Me motivan las reuniones con el equipo directivo y el ETCP, porque es donde siento que podemos ir cambiando la cultura del centro y por tanto dar respuestas estructurales y preventivas. Me atrae la evaluación psicopedagógica porque la vivo como una investigación en la que voy planteándome hipótesis y recopilando pruebas… Y me emociona el contacto directo con los chiquillos y sus familias, donde conectamos unos con otros y yo he aprendido mucho.
¿En qué aspectos crees que puede mejorar la orientación educativa? ¿Cómo podría lograrse? 
Creo que es fundamental mejorar las condiciones de trabajo: ratio orientador/alumnos, freno a las imposiciones de muchos equipos directivos de asignarnos docencia, Jefaturas de Departamento aseguradas para los orientadores con el fin de poder participar en los ETCP o los Equipos de Tránsito… Es decir, tener nuestro horario disponible para nuestra labor, en los espacios necesarios. Mejorar la formación inicial: opino que en nuestro ámbito es especialmente necesario un MIR educativo, con suficiente tiempo de prácticas supervisadas por profesionales destacados, porque somos los que asesoramos a los demás y eso no se puede improvisar. Y después, mejorar la coordinación y el apoyo mutuo entre los profesionales de Secundaria, con una estructura parecida a la de Primaria de coordinador zonal oficial y reuniones periódicas. Tenemos que avanzar hacia el trabajo colectivo de creación de materiales, en lugar de inventarlo todo en soledad, y hacia el acuerdo en los modelos de intervención para darle a nuestra labor fundamento y credibilidad ante los demás.
Seguro que de tus años en orientación educativa, guardas algún recuerdo especial sobre un centro, proyecto, grupo de alumnos… ¿Cuál te animas a compartir con los lectores de Colectivo Orienta? 
Estos últimos cursos he estado desarrollando un programa de Educación Emocional con el alumnado de primer ciclo de ESO, desde un taller en las horas de libre disposición del instituto. El enfoque era muy vivencial, por lo que, aunque tenía una programación prevista, era respetuosa con el emergente que surgía del grupo, con lo que a los chiquillos les tocaba en ese momento, ya fuera un duelo, la rabia con un profesor o con sus padres, enfrentarse a un desamor, la ansiedad ante los exámenes…  Además, conseguimos que el centro cediera un espacio para convertirlo en Aula Emocional y lo amueblara para ello. Y que otros profesores, incluido el Director, se implicaran en un proceso de autoformación colectiva permanente en este tema, a través de un grupo de trabajo también vivencial, para poder impartir estos talleres, que no quedaran como una iniciativa de Orientación, sino una línea del Proyecto Educativo. Con esta experiencia sentí que respondíamos a las necesidades genuinas de nuestros adolescentes, que nunca querían perderse esta clase. Y que actuábamos por programas de forma colectiva y preventiva, en lugar de centrar la actuación en entrevistas individuales cuando los problemas se desbordaban. Me supuso todo un reto y a la vez muchas satisfacciones.
Y para terminar, te pedimos que actúes como orientadora. ¿Qué le recomendarías a una orientadora u orientador que está empezando en su trabajo? 
Procurarse formación sistémica para aprender a tomar su sitio, a crear un contexto de colaboración con los demás profesionales, a analizar las demandas que le llegan y a reelaborarlas. Conectarse con los profesionales de su zona para compartir con ellos sus dudas y para participar en el intercambio de material o en la creación colectiva. Valorar suficientemente el trabajo de sus compañeros/as docentes y pararse a conocer la cultura del centro en el que trabaja antes de intentar intervenir en él. Programar las tutorías junto con los tutores/as desde el análisis real de necesidades de cada nivel y cada grupo, no fundamentalmente desde las efemérides o desde un diseño estándar. Empatizar no sólo con los alumnos/as sino también con las familias, intentando entender desde dónde parten. Y evaluar de forma sistemática y colaborativa las actuaciones, para saber en qué dirección reorientarse.

miércoles, 14 de agosto de 2019

Un nuevo camino

Hoy quiero compartir novedades de mi vida profesional. Yo acabé este curso con buenas sensaciones, incluso pensando en proyectos para el instituto el año que viene... Y mediando las vacaciones me propusieron inesperadamente un reto: la coordinación del área de orientación vocacional y profesional a nivel provincial. Justamente el único puesto que me podía tentar. Es verdad que dudé, por distintos motivos. Por el transporte diario a Cádiz, después de vivir veintitrés años junto a mi centro. Por el trabajo a desarrollar, que mi labor de orientadora ya sabéis que me apasiona. Por el grupo humano al que desconocía, porque tengo la suerte de tener en mi instituto compañeros/as y amigos/as con los que disfruto y un equipo directivo que me apoya. Hasta por mi hijo, que este año iniciaba conmigo su andadura en 1º de ESO... Al final me han empujado las ideas que se me han ido ocurriendo, la ilusión de poder aportar mi granito de arena, el nuevo equipo que siento enriquecedor y motivado, la oportunidad de conocer otros mundos y otras gentes, de vivir experiencias... de aprender. Así que finalmente me lancé. Ayer se publicó la resolución.

Tomo un nuevo camino
insospechado.
En el pecho aleteando
los temores
y vibrando la ilusión
de lo posible.