lunes, 21 de noviembre de 2016

Caminando juntos

Cuadernos de Pedagogía , Nº 472 , 01 noviembre 2016 , Editar Wolters Kluwer
Columna: DESDE MI SITIO.  
En varios centros que conozco nos estamos aventurando por un nuevo camino: la formación y el trabajo conjunto de los que nos sentimos atraídos por la educación emocional. Nos preparamos también a través de cursos, pero sobre todo mediante grupos de trabajo experienciales, porque pen samos que para poder abordar este aspecto con los adolescentes necesitamos vivirlo nosotros primero. Porque sentimos el vértigo y la responsabilidad de trabajar con seres humanos en crecimiento, e intuimos que nos faltan herramientas. Porque estamos convencidos de que invertir en nuestro equilibrio personal va a redundar en un mejor servicio a los estudiantes. Así que nos reunimos para explorar nuestras emociones; conectar con nuestros olvidados cuerpos a través de la música, la relajación y el movimiento; centrar nuestras agitadas mentes con la meditación; probar la mediación en nuestros propios conflictos y cuidar cómo habitamos el puesto de cada uno. En este último punto –tan importante para mí que le ha dado nombre a esta columna–, nos puede ayudar una valiosa enseñanza de Angélica Olvera, pionera de la pedagogía sistémica: los “indicadores para detectar cuándo nos salimos de nuestro sitio”. Porque, como ella explica, los docentes vocacionales tendemos a ocupar demasiado espacio, invadiendo el de los otros, sean padres o compañeros. Por eso, cuando notemos que estamos agotados, que no nos sentimos reconocidos, que fantaseamos con estar en otro lugar, podemos parar un instante para mirar hacia dentro. Y quizá entonces descubramos que, además de las presiones exteriores que sufrimos, también hacemos tareas que no nos corresponden y no nos han pedido. O juzgamos que los demás deberían comportarse según nuestros principios, y eso nos tiene descontentos y frustrados.
En esto andamos, como tantos docentes que han descubierto que quieren caminar juntos, creciendo para poder acompañar a sus alumnos y alumnas. Con ilusión, sí. Con miedos, también. Como la misma vida.