miércoles, 6 de julio de 2016

Lo relevante



Con el fin de curso ni siquiera he encontrado tiempo para volcar aquí la publicación de Cuadernos de Pedagogía. Ahora quiero compartirla con vosotros. En julio no hay Historias Mínimas, así que nos reencontraremos con estas reflexiones en septiembre...

Cuadernos de Pedagogía, No 468, 1 de jun. de 2016
Me sacude la sensación de que en nuestras escuelas no nos estamos centrando en los aprendizajes más importantes para nuestros niños y niñas. Cualquier tribu indígena lo tiene mucho más claro: forma a sus criaturas para sobrevivir en su entorno. Y nosotros, que pretendíamos no solo que se adaptaran sino que incluso fueran críticos e innovadores, quizá no conseguimos ni lo primero. Nuestros adolescentes necesitan entender su mundo: usar la tecnología y las redes sociales a su favor y no en su contra, expresar sus ideas para comunicarlas eficazmente, el origen del terrorismo o los partidos políticos actuales, interpretar críticamente las estadísticas con que intentan manipularlos desde los telediarios, manejar su rabia y su tristeza... Sin embargo, seis horas todos los días los bombardeamos con mucho más siglo XVI que XXI,
con tantos nombres impronunciables de partes del cuerpo de otros bichos, mientras no saben manejar el suyo propio; demasiadas raíces cuadradas y pretérito pluscuamperfecto. A los profesores, especialistas cada uno en nuestra materia, nos cuesta a veces entender que ellos no se motiven a aprender contenidos que a nosotros nos parecen tan interesantes... Resultan atractivos para los que se inclinan por ese campo profesional, que serán los estudiantes que les darán uso. Los demás se apresurarán a olvidarlos.
Y a la vez, me sorprende constatar que la normativa, aun la que consideramos más conservadora, es siempre más abierta y estimulante que los libros de texto. Que ni siquiera el último Real Decreto de enseñanza especifica autores ni obras ni apenas hechos concretos que se deban estudiar, que incluso los “estándares de aprendizaje evaluables” son más razonables que los libros de texto. Libros en los que cada vez encuentro más definiciones y clasificaciones y menos significado.
Quizá la pregunta relevante para nosotros sería: ¿les estamos enseñando lo que necesitan?