Cuadernos
de Pedagogía, No 465, 1 de mar. de 2016, Editar Wolters Kluwer
DESDE MI SITIO
Su lugar en el mundo
Me parece que este es uno de los objetivos más
importantes de la escuela: ayudar a cada alumno a descubrir su lugar en el
mundo, en qué actividad brillan sus cualidades, qué tarea desarrolla con
facilidad, dónde es útil a los otros. Con frecuencia he observado a los adolescentes
entusiasmarse cuando vislumbran ese sitio. Con la sensación de haber llegado
por fin a su destino, aunque quede mucho para materializarlo.
A
partir de ahí es más fácil motivarlos para estudiar. Flaquean, por supuesto, y
a muchos les falla la constancia, porque son niños. Pero retoman porque tienen
un sueño. Tanto es así que pienso que debemos intentar que los estudiantes se
planteen una meta desde los primeros cursos, aunque aún no tengan que elegir
ningún camino. Y no me importa que cambien
ese objetivo cada año; lo
importante es que sientan que tira de ellos esa llamada del futuro. Ver cortos
sobre distintas profesiones y visitar entornos laborales les ayuda a elegir una
meta. Y las actividades de autoestima en las que los iguales les señalan sus
cualidades. Y los docentes que se esfuerzan en descubrir sus talentos, aunque
estos no sean especialmente intelectuales.
Es
cierto que otros sistemas educativos facilitan más esta tarea: los que tratan
de desarrollar capacidades diversas; mientras quizá nuestro país se ha centrado
mucho en la memoria, en la expresión escrita, en el razonamiento numérico. Son
los que ofrecen durante las enseñanzas obligatorias muchas optativas variadas
para que los chicos y chicas se prueben: lo mismo cocina que mecánica, teatro,
diseño... Aunque siempre tenemos un cierto margen en cada centro para intentar
hacer más rica nuestra oferta de experiencias. Además, ¿de qué nos sirve darles
tantos conocimientos si ellos no los toman, porque no le ven el sentido a tanto
trabajo? Ojalá en la escuela de los próximos años nos demos más espacio para
cultivar los sueños.