lunes, 4 de abril de 2016

No es suficiente

Ya conocéis mis ideas sobre el acoso escolar. En este caso he tratado el tema con una redacción algo diferente, porque va dirigido a profesores que se van a encontrar este problema en el aula. 
Cuadernos de Pedagogía, No 466, 1 de abr. de 2016, Editar Wolters Kluwer
DESDE MI SITIO
Las campañas de sensibilización hacia el alumnado que sufre acoso escolar han conseguido visibilizar su sufrimiento y movilizar a la comunidad educativa. Y más aún que estas campañas, los casos con final trágico que nos han golpeado desde los medios. Ahora tenemos protocolos de de- tección e intervención, endurecemos las medidas contra los agresores, planteamos actividades de tutoría sobre el tema. Todo ello era imprescindible en unos espacios en los que los alumnos tienen que sentirse tranquilos para poder aprender, y no podemos bajar la guardia. Pero no es suficiente. Somos la escuela, el lugar que intenta prepararlos para la vida. Y la vida es conflicto también. Además de todo lo avanzado para proteger, tenemos la responsabilidad de educar la competencia social, tan clave como las otras.
Y eso incluye que diferencien lo que es acoso y lo que no, y qué hacer en cada caso. El acoso implica intención, repetición en el tiempo y desequilibrio claro de poder, pero hoy cualquier conflicto entre menores se etiqueta por igual y se intenta resolver con sanciones, que son necesarias pero in- suficientes. Los jóvenes tienen que aprender a afrontar los desencuentros con los compañeros: ignorar unas veces, confrontarse otras, unirse a los semejantes para no resultar vulnerables. Los que van de duros también tienen que aprender a sentirse seguros sin necesidad de atemorizar a otros. Y las alumnas y alumnos espectadores han de concienciarse de que su silencio implica complicidad, no es gratuito.

Eduquemos para el conflicto, para las luchas de poder de cualquier manada. No podemos colaborar en la indefensión de unos alumnos que, a base de no tener más recurso que la denuncia, terminan sintiéndose víctimas en cualquier parte. Un protocolo de acoso no debe terminar sin más en una ex- pulsión o en un cambio de centro, necesita también medidas educativas para mejorar las opciones de futuro de todos los niños y niñas.

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